De cantos rodados, esta cala de 150 metros de longitud, se caracteriza por la ausencia de arena y por estar aislada de núcleos urbanos.
Sus aguas limpias y turquesas son aptas para la práctica de vela y submarinismo. Se encuentra rodeada de un entorno en el que sobresalen los pinos que casi alcanzan el mar.
El Baladrar acaba en un acantilado de 30 metros lleno de acanaladuras producto del mar del que se ha desprendido una roca conocida como La Polida. La cala está protegida de los vientos de levante, y su poca profundidad, buena claridad del agua y abundancia de vida, la hacen idónea para un espectacular paseo marino.
Extensión de la playa: 150 m.